Maia Horsager (Volunteer at Zuleta)
The workers and family members of Zuleta were preparing excitedly several days before the arrival of a group of five visitors. There were special plans made, the rooms prepared with extra care, and everyone was awaiting their arrival. I first hear about them referred to as Mary and Linda’s group, and I was excited to meet these famous visitors. Upon their arrival, I learned that they may not be world famous, but they certainly deserve fame here in the Zuleta corner of the world. Mary and Linda have been regular yearly visitors of Hacienda Zuleta since 2007, or at least that’s the year they think they started coming. Whatever year it was, it was before Zuleta had regular telephone connection to the USA because they remember arriving and not being able to call their significant others at home until Monday when the office opened! They also recall the lack of locks on any doors, which was quite a change from being ushered in and out of doors with armed guards in Quito. But it was a grateful difference from that high level security, because they soon realized Zuleta had its own charm in being so far from highly populated areas.
Over the years, things at Zuleta have certainly changed. Aside from now having locks on most of the doors and working telephones, Zuleta now has a common room with satellite TV and high speed Internet. The town has more people using cars for transportation instead of horses, and most of the houses have electricity brought to them on actual electric poles instead of sticks. There are streetlights in town, there is a public medical center, and even a dentist. Mary and Fernando, the Hacienda manager, have been having discussions about the merits and downfalls of change for years. Mary jokingly worries the hotel and tourism sector is changing too much, too fast, but Fernando assures her that all is for the better, and that Zuleta won’t lose its old-world charm and remoteness.
Both Mary and Linda agree that Zuleta has maintained that aspect over the years and that it’s faithfulness to Ecuadorian lifestyle was the primary draw that distinguished it from other haciendas in the area when they first decided to vacation here. They are loyal visitors for good reasons. As avid horseback riders, Mary and Linda met through Linda’s barn in Connecticut, and their passion for horses was one of the main reasons they chose to come to Zuleta in the first place. They are very active on the trails and treks every year they come, this year being no different with a ride every day, sometimes twice a day. Over the years they have brought various friends along, this trip with second-time visiting couple Sally and Walter and first-time visitor Lisa, also riders from Linda’s barn. The whole group enjoyed long and short rides during their seven-day stay, which is twice as long as most tourists stay, but never quite long enough for our beloved friends.
On their second to last day we took an extra special ride, eight hours long, nicknamed the Lake Ride, with a route the borders on the impressive Imbabura Volcano. The weather was perfect and clear all day, butnot too hot or windy. We had lovely views of the lake and the Zuleta Valley, along with sneaking glimpses of the snow-capped Cayambe Volcano. With a view of the Lake around noon, we stopped to enjoy a delicious picnic lunch. When we had extras, our guide Rodrigo took sandwiches, fruit and salad to the workers at the community house nearby. Rodrigo has always been Mary and Linda’s guide for horse treks over the years, and they again expressed how wonderfully kind and thoughtful he is. On their day of departure there were tears all around, and hopeful expressions of their visit the coming year. The Zuleta workers surprised them with little handmade photo albums with pictures of Zuleta and their trip, including a little handmade embroidery square on the cover. It was a small expression of gratitude for all they joy and good memories that Mary and Linda have brought to Zuleta over the years, and hopefully for many more to come.
Visita anual de Buenos Amigos
Los miembros del staff de Zuleta se preparaban con emoción para la llegada de un grupo de cinco huéspedes. Habían planes especiales, para recibirlos, arreglos en las habitaciones, etc. Lo llamaban el grupo de Mary y Linda. Yo estaba emocionada por conocer a estos famosos visitantes. Cuando llegaron, me di cuenta que no eran de fama mundial, pero definitivamente merecen la fama aquí, en este pequeño rincón. Mary y Linda han sido visitantes regulares de Zuleta desde el año 2007, o por lo menos ese es el año que creen que empezaron a venir. En tal caso recuerdan que era antes de que en Zuleta hubiera un teléfono con buena conexión para llamar a USA. Recuerdan que al llegar quisieron llamar a sus esposos, ¡pero no pudieron hasta el lunes en que abrían la oficina! También recuerdan que en la casa no había chapas con seguro en las puertas, una diferencia grande con respecto a la vida en la ciudad de Quito, con edificios con guardias armados en cada puerta. Supieron que no necesitaban seguridad extrema ya que Zuleta tiene el encanto de ser un lugar seguro y está lejos de áreas muy pobladas. Con los años, algunas cosas en Zuleta han cambiado bastante. Además de que ya tienen seguro las puertas y los teléfonos funcionan todos los días, Zuleta ahora tiene una sala común con televisor satelital e Internet de alta velocidad. La comunidad ahora tiene más carros que caballos como medio de transporte, y la mayoría del pueblo tiene electricidad trasportnada e postes de cemento en vez de palos de madera. Ahora tienen faroles en la casa comunal, hay un sub centro médico y una dentista. Mary y Fernando, el gerente de la Hacienda, han estado discutiendo lo bueno y lo malo de lo cambios generales por años. Mary, en broma, se preocupa de que el hotel están cambiando demasiado y muy rápidamente, pero Fernando le asegura que todo es para el bien y que Zuleta no perderá su encanto del antiguo y remoto mundo. Mary y Linda están de acuerdo en que Zuleta ha mantenido este aspecto tras los años. Lo más importante y la razón de su fidelidad para venir ha sido la conservación de una manera de vida más simple: el verdadero estilo y realidad ecuatorianos, lo que las motivó hace cinco años a venir. Son visitantes regulares por buenas razones. Mary y Linda se conocieron en el establo de Linda en Connecticut. Su pasión por los caballos fue una de las razones por las que escogieron Zuleta en primer lugar. Hacen muchas cabalgatas cada año. En esta ocasión también hicieron dos o tres cabalgatas diarias. Tras los años, han traído varios amigos, esta vez vinieron con Sally y Walter, que regresaba por segunda vez y Lisa. Todo el grupo disfrutó de cabalgatas largas y cortas durante su estancia de siete días, que es dos veces más larga que la mayoría de huéspedes y nunca suficiente tiempo para nuestros queridos amigos. En su penúltimo día, fuimos a una cabalgata especial de ocho horas hacia Vista Lago, una ruta que bordea el volcán Imbabura. El clima estuvo perfecto todo el día, ni demasiado calor ni tampoco mucho viento. Pudimos ver el Lago San Pablo claramente y a veces un poco del nevado Cayambe. Tuvimos vistas lindas del lago cerca mediodía cuando paramos a comer un delicioso picnic. La comida que no alcanzábamos a comer, nuestro guía Rodrigo, la compartía con la gente de la comunidad. Rodrigo siempre ha sido el guía de Mary y Linda para las cabalgatas y de nuevo comentaron que es un hombre muy amable y considerado con los demás. El día de partir, compartimos lágrimas y expresiones de esperanza de que para el próximo año nos volvamos a ver. Los trabajadores de Zuleta les sorprendieron con un regalito muy especial, un álbum de fotos con imágenes de Zuleta y su visita, con un pequeñito bordado hecho a mano en la tapa. Fue un gesto de agradecimiento por toda la alegría y buenos recuerdos que han compartido por años.